miércoles, 21 de abril de 2010

CARTA DE LA HERMANA MATILDE DESDE HAITI.- AL TERCER MES



14 de abril de 2010



Querida gente amiga:
Por aquí seguimos intentando ayudar a este querido pueblo a ponerse de pie. Todo va muy lento. Los campos de refugiados llenándose de barro con la lluvia y sin esperanza de mejorar. “Oficialmente” las clases se reanudaron hace un par de semanas pero son pocas las que tienen un patio para poder acoger a su alumnado en tiendas de campaña.
Hoy no voy a hablaros de mi vida y trabajo, por interesante que me esté resultando, sino de la experiencia gozosa de la Semana Santa que tuve la suerte de compartir con la Comunidad Cristiana de Kazal. Además allí estaba también mi amiga Marta así que, felicidad completa:

Semana Santa en Kazal
Kazal es una zona montañosa a no más de hora y media de Puerto Príncipe. Desde hace algo más de 10 años tiene párroco: Anibal Zilli, un buen amigo claretiano con el que me encanta colaborar. Su parroquia, organizada en pequeñas Comunidades Eclesiales de Base, es un aire fresco que habla de esa mesa compartida del Reino donde todos tenemos un lugar. Las celebraciones son sencillas participativas y fuertemente simbólicas. La gente pobre y acogedora al máximo.

Formación del profesorado
Aproveché los primeros días para dar formación al profesorado de ISMA, Fond Blan, Kay Lamy, Dangoula y Pikas, cinco de las 11 escuelas parroquiales de Kazal. Esta vez la formación fue para ayudarles a superar el trauma producido por el terremoto y para que ellos puedan ayudar al alumnado. Fue realmente bueno. Mucho trabajo con el cuerpo para ayudar a la curación del espíritu. Disfrutaron con los ejercicios respiratorios, masajes, relajación, biodanza y con pequeñas dramatizaciones sobre lo pasado. Se llevaron un buen material para poder trabajar lo aprendido en sus escuelas, en sus familias y con los vecinos. Les prometí volver, dentro de algún tiempo para darles seguimiento.
Mucha gente cree que el terremoto de debió a un castigo de Dios por los pecados del pueblo y que el fin del mundo está llegando. Como vimos que la explicación clara de lo que había pasado el 12 de enero quitaba mucha ansiedad y angustia en la gente, decidimos dar una explicación a todo el pueblo antes de la Vigilia Pascual.

La experiencia de Juliette
En estos días me acompañó Juliette, una de las chicas que quiere ser religiosa del Sagrado Corazón y que tenía esos días de vacaciones. La experiencia para ella ha sido muy buena. En la evaluación del último día me decía: “No me podía imaginar que una parroquia pudiese funcionar así con un párroco cercano que siempre tiene la casa abierta, que trabaja con la gente para ayudarles a tener una vida mejor, que da a los jóvenes tanto protagonismo, que celebra con tanta sencillez. No me podía imaginar que la gente de las Comunidades fuese capaz de organizarse en pequeñas cooperativas, banquitos de los pobres… que se interesasen tanto los unos por los otros. Todo es muy sencillo y al mismo tiempo muy eficaz. He aprendido que una iglesia así es posible en Haití.”
Durante esos días tuvo oportunidad de participar en el taller con el profesorado, de hacer muy buenas amistades, de visitar algunas comunidades y participar en las celebraciones. Creo que, de verdad, en estos días ha aprendido más que en varios meses de formación.

El molino de Fond Blan
El Sábado Santo por la mañana fuimos a Fond Blan. Todo el pueblo nos esperaba. En la camioneta llevábamos un molino para instalarlo en una caseta fabricada al lado de la iglesia-capilla. Día de expectación y fiesta. Ahora el trabajo de una mujer durante dos horas para machacar el maíz o el mijo, se convierte en unos pocos minutos a cambio de unos céntimos. Aníbal y un grupo de jóvenes de la parroquia trabajaron duro para instalarlo. Yo mientras tanto me reunía con el profesorado y los niños y niñas en la escuela. Cambios de impresiones, visita a las casa de algunos maestros, promesa de volver. Con un grupo de niños y maestros bajamos hasta el río.
Así de sencillas e importantes son las cosas por aquí. Siempre al servicio del pueblo.

Agua para Kay Lamy
Kay Lamy es otra aldea donde he estado varias veces y los profesores de ahí están participando en los talleres de formación que he dado en los últimos años con Fe y Alegría. Me puse de acuerdo con el director para subir el sábado por la tarde. Como íbamos en la camioneta, aprovechamos el viaje para transportar dos filtros de agua. Yo me preguntaba: ¿dónde instalarán los filtros si allí no llega el agua?
Cuando llegamos la escuela estaba atestada de alumnos todos con uniforme. Cantos, risas, aplausos y muchas fotos. El director me dijo: Les he pedido que vengan hoy con uniforme para que empiecen a coger el ritmo de la escuela. El lunes vamos a recomenzar las clases. Hemos matriculado a más de 20 que han perdido todo en Puerto Príncipe y se han venido a vivir con sus familias de aquí.
Después se reunió con los padres y madres que habían acompañado a los niños. El lunes, les dijo, ustedes también tienen que venir a la escuela trayendo carretillas, picos, palas… todas las herramientas que tengan porque comenzamos las obras para la traída de agua al pueblo. Ya tenemos instalados los filtros en la escuela para poder beber agua de buena calidad. Cuanto más deprisa trabajemos, antes mejorará nuestra vida.
La vuelta a casa fue festiva. Tener agua en el pueblo no es poca cosa.
También por aquí las cosas son así de sencillas e importantes. Un pueblo que aprende a vivir en clave de comunidad.

El dolor y la esperanza de Moyiz
Moyiz es un hombre de mediana edad que llegó hace unos años a Kazal hambriento y casi ciego. Su ceguera no tiene cura pero en Kazal ha encontrado un lugar motivos para vivir. Hace de sacristán en la parroquia y forma parte de una Comunidad de Base. Desde hace unos meses, con lo que él aprende en su comunidad, ha empezado a formar otra en un barrio del pueblo. No necesita llevar la Biblia porque no sabe leer, pero se aprende el texto y busca los símbolos que pueden ayudar al pueblo a comprenderlo. La comunidad lo quiere y lo respeta. Hay que verlo llevando la cruz por el monte en el Via Crucis del Viernes Santo y con qué dignidad da a besar el crucifijo en los Oficios.
Justamente ese viernes por la tarde estaba triste: ¿Qué te ocurre Moyiz? Mañana se lo cuento, contestó.
Al día siguiente supimos: se le habían muerto un cerdito y dos cabritas que estaba criando. Acababa de perder todas sus posesiones. No tenía nada.
La gente de las Comunidades se movilizó y ese mismo día por la tarde le propusieron ayudarle a montar una panadería. Moyiz no puede hace muchos trabajos a causa de su ceguera pero la Comunidad cree que puede gestionar un modesto horno de leña para cocer pan y Moyiz recobra otra vez sus ganas de vivir.
Así de sencillas e importantes son las cosas por aquí. Una comunidad que aprende a poner en práctica el Evangelio: Lo que hicisteis por uno de mis hermanos más pequeños…
Creo que lo vivido en Kazal es una buena felicitación de Pascua. Son las huellas del Resucitado.
No dejaré pasar otro mes antes de escribiros. Tengo muchas otras cosas que contaros.

Abrazos
Matilde


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